Hablar por hablar
Yo nací en una casa de mujeres. Cuatro, concretamente... Bueno, 5 durante un tiempo, porque se sumó mi abuela.
En una casa matriarcal, de niñas, todas competíamos por la atención de mi papá y, por supuesto, cada una con sus armas, por lo que siempre acababa ganado mi madre ;)
En ese ambiente, aprendí mucho sobre las mujeres y algunas cosas sobre El Hombre. Aprendí por ejemplo, que la naturaleza de la mujer es competitiva y que no importa cómo son ellos, sino cuántos son: si son suficientes para todas, todo será mucho más sencillo, aunque nos acabemos encaprichando todas del mismo...
Las mujeres de mi casa somos todas diferentes. Cada una tenemos unas virtudes y unos defectos, pero es curioso que de 5 mujeres hayan 2 grupos claramente diferenciados: 2 nos encontramos mucho más a gusto entre hombres y nos identificamos con su manera de pensar y su lógica; las otras 3 hacen de su feminidad un arma contra hombres y mujeres por igual, pero claramente prefieren rodearse de ellas y los sitúan a ellos como la oposición... Por eso, mi abuela, mi madre y mi hermana, no nos entienden, nos critican y nos enseñan cómo comportarnos y las cosas que son o no propias de nuestro género, a mi otra hermana y a mí.
Ellas no entienden que tengamos amigos y que podemos ir de excursión o compartir piso sin que haya "nada más". Ellas no entienden que a los veintipico prefiramos vivir solas o que a los treinta y algo estrenemos el concepto de pareja estable o que todavía no pensemos en tener hijos. Es más, mi madre es incapaz de controlar el babeo a sus casi sesenta y "sin duda" cree que un bebé es la máxima felicidad (por lo que nos machaca constantemente). Yo disfruto ante un café y la conversación con cualquiera de mis amigos; les entiendo y ellos también a mí; incluso entiendo a sus novias y esposas que, por supuesto, me odian y piensan que les quiero robar (y follar) a sus mariditos perfectos e inocentes...
En fin, que me gustan los hombres y también algunas mujeres, pero quería contar aquí que el hecho de que tenga complejo de tetas gordas o el que sea incapaz de comerme media caja de bombones sin mal de conciencia, eso, sin atisbo de duda, es culpa de "mis" mujeres, las de casa, las que jugaron y pelearon conmigo, las que nos dieron de mamar y las que nos llenaron los bolsillos de piedras que sirven para arrojarlas a otras mujeres o para hundirte en el agua, si es necesario, por voluntad propia.
Chicas, basta ya. Somos más y somos mejores en muchas cosas. Vamos a dejar de jodernos y a empezar amarnos más.
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