Hombres y mocos
Situación: 7:30 de la mañana. Tren con destino "otro día a currar".
Yo muy mona, como siempre, arreglá pero informal que se viene diciendo.
De repente, sube al tren un grupo de gente entre la que destaca, para bien, un mancebo guapo a rabiar, trajeado, treinta y tantos, peinadito... lo que se dice bien.
¿Cuál sería mi actitud normal? Valorar el especímen (eso creo que ya es innato en todas y todos) para inmediatamente olvidarme de él... no fuera que me pille mirando y se crea lo que no es. Porque una cosa es mirar y otra coquetear... además, si me pilla me subiría el rubor, y luego encima más rubor al saberme ruborizada por ello. Paso.
Pero esta vez se me aparece la sonrisa maliciosa y picarona de Karenina. Hoy seré como ella, me digo. Vamos a ver qué pasa. Total, por una vez... este tío es un desconocido, no volveré a verlo... ¿soy capaz de coquetear con un desconocido? Vamos a verlo... no no, espera, ¿cómo lo haría Karenina? A ver... miradita directa pero suave, actitud de "soy así qué pasa????" y de "puedo volverte loco, darling" mezcladita, mezcladita... bien, vamos a ver si puedo, no sé yo...
Cuadro 1: levanto la vista. Allí está él. Si, parece que va a mirarrrr... parece... ¿qué es eso que tiene en la mano??? a ver.... ohhhhhhhhhh aaaaaagggggggggggghhh!!!
Cuadro 2: mi desconocido guapo ha sacado un enorme pañuelo blanco y se suena la nariz tan fuerte que medio vagón se da por aludido y lo mira. Dios!!!!!!!!!!! Cuánto material guardaba el jodío!!!!!!!!
PUFF!!! Karenina, darling... hombres y mocos no... es que no puedo...
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