La tiranía de los suegros (III)
Primera parte
Segunda parte
Por fin me daba cuenta que poco a poco me había quedado sin el manejo de mi propio hogar; mi pareja y yo habíamos perdido el control de los tres poderes y habían caído en manos de dos ‘tiranos’.
No se si alguna vez se hará realidad la tan temida profecía, sin embargo, a toda esta circunstancia puedo sacarle algún provecho: en el orden psicológico, puse a prueba mi carácter, aprendí a doblegar mis impulsos 'malignos', logré erradicar tendencias a pretender manipular a mi amado, entre otras cientos de puestas a prueba.
En el orden formal, aprendí a disfrutar de los placeres de la buena comida, de la casa ordenada sin que mi cuerpo se mueva en pos de ello.
Mientras que en el orden moral, aprendí a vivir y dejar vivir, a que mi pareja también tenga la dicha de disfrutar en armonía de sus padres, pero sobre todo, a dejar bien en claro, que los derechos de uno siempre terminan cuando empiezan los de los demás. Por eso, que sus padres vengan cuando quieran y cuantas veces lo deseen, pero mi querido concubino deberá proveerles de un lindo apartamento, donde se sientan confortables y útiles sin atentar contra mi buena voluntad y mi cordura.
Por lo tanto, mi firme propósito para este 2007 será no volver a perder el control… de los símbolos de mi hogar.
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